Fracaso en la lucha contra el terrorismo online: Meta, Google y Microsoft cuestionadas por ineficacia del GIFCT
Una investigación reciente ha puesto de manifiesto cómo la gestión de este organismo por parte de gigantes como Meta, Google y Microsoft ha socavado su potencial, dejando espacios abiertos para la radicalización en internet
El Foro Global de Internet para la Lucha contra el Terrorismo (GIFCT), una iniciativa que nació con grandes expectativas en 2017, se encuentra hoy en el centro de una controversia que pone en entredicho la eficacia de las grandes tecnológicas en la lucha contra la propaganda terrorista en línea. Una investigación reciente ha puesto de manifiesto cómo la gestión de este organismo por parte de gigantes como Meta, Google y Microsoft ha socavado su potencial, dejando espacios abiertos para la radicalización en internet.
El GIFCT se formalizó en 2019 como un consorcio de empresas tecnológicas comprometidas a compartir recursos y estrategias para combatir la difusión de contenido terrorista en sus plataformas. Su creación respondía a una creciente preocupación por el uso de redes sociales y servicios de mensajería por parte de grupos como el Estado Islámico (ISIS) para propagar su ideología y reclutar adeptos.
Sin embargo, siete años después de su concepción, el balance del GIFCT dista mucho de ser positivo. La investigación revela una serie de decisiones cuestionables y conflictos de intereses que han obstaculizado la eficacia del foro. Entre los problemas más significativos se encuentra la composición de su junta directiva, dominada hasta hace poco por Google, Microsoft, Meta y X (anteriormente Twitter).
La exclusión de plataformas clave como TikTok del GIFCT ha sido uno de los puntos más criticados. En marzo de 2023, durante una reunión virtual, los representantes de las cuatro empresas mencionadas discutieron la posible incorporación de TikTok al foro. Sorprendentemente, dos de los directivos se abstuvieron en la votación, lo que resultó en el veto de la plataforma china. Esta decisión tuvo consecuencias graves, como se evidenció días después, cuando TikTok se vio inundado de videos que celebraban el ataque terrorista en Christchurch, Nueva Zelanda, ocurrido cuatro años antes. La falta de acceso a las herramientas y prácticas del GIFCT impidió que TikTok pudiera etiquetar y eliminar eficazmente este contenido perjudicial.
La gestión del GIFCT también ha sido cuestionada por su falta de coherencia en la admisión de nuevos miembros. Mientras se negaba la entrada a la matriz de Pornhub, se permitía el acceso a Yubo, una red social francesa relativamente pequeña. Esta disparidad en los criterios de admisión ha generado dudas sobre los verdaderos motivos detrás de las decisiones del foro.
Otro punto de inflexión en la historia reciente del GIFCT ha sido la adquisición de Twitter por parte de Elon Musk. A pesar de las preocupaciones sobre la relajación de las políticas de moderación bajo la nueva dirección de Musk, las otras empresas de la junta directiva no tomaron medidas para expulsar a X del foro. Finalmente, fue la propia X la que decidió abandonar voluntariamente la dirección del GIFCT, en un movimiento que ha generado más interrogantes que respuestas sobre el compromiso de las grandes tecnológicas con la lucha contra el terrorismo en línea.
La eficacia operativa del GIFCT también ha sido puesta en tela de juicio. Un ejemplo claro de sus deficiencias se observó en 2022, cuando un terrorista transmitió en vivo su ataque a un supermercado en Búfalo, Nueva York, a través de Twitch. Las plataformas miembros del GIFCT tardaron hasta dos horas en activar los protocolos de emergencia para contener la propagación del contenido relacionado con el ataque. Esta lentitud en la respuesta pone de manifiesto las limitaciones prácticas del foro en situaciones críticas.
Las cuestiones financieras también han jugado un papel importante en las tensiones internas del GIFCT. La disparidad en las contribuciones económicas entre los miembros ha generado fricciones, con las grandes empresas tecnológicas sintiendo que están subsidiando a compañías más pequeñas que se benefician del foro sin realizar aportes significativos. Esta situación ha llevado a la implementación de una nueva política a partir de 2025, que establecerá una contribución mínima para ser parte del GIFCT y vinculará el número de votos en la junta con el nivel de aportación económica.
La salida de X de la dirección del GIFCT, motivada en parte por su negativa a aumentar su contribución financiera, ha puesto de relieve estas tensiones económicas. Además, ha generado preocupaciones sobre cómo la plataforma manejará la moderación de contenido terrorista sin el apoyo y los recursos del foro.
El papel de Meta, Google y Microsoft como guardianes de facto del GIFCT ha sido objeto de críticas. Estas empresas han tenido el poder de decidir quién puede acceder a recursos críticos para combatir la propaganda terrorista en línea, una responsabilidad que, según muchos observadores, no han manejado adecuadamente. La percepción general es que su gestión ha limitado el potencial del foro y, como consecuencia, ha contribuido indirectamente a la radicalización de usuarios en internet.
El contexto regulatorio también juega un papel importante en esta situación. En la Unión Europea, la entrada en vigor del Reglamento de Servicios Digitales (DSA) en 2024 ha impuesto nuevas exigencias a las plataformas digitales en términos de moderación de contenidos. Este marco legal pone presión adicional sobre el GIFCT y sus miembros para mejorar su eficacia en la lucha contra el contenido terrorista en línea.
La situación actual del GIFCT plantea serias preguntas sobre el futuro de la colaboración entre empresas tecnológicas en la lucha contra el terrorismo en línea. ¿Es sostenible un modelo en el que las grandes corporaciones tienen tanto poder de decisión sobre quién puede acceder a herramientas críticas para la seguridad en línea? ¿Cómo se puede garantizar que plataformas emergentes pero significativas, como TikTok, no queden excluidas de estos esfuerzos colectivos?
Además, el caso del GIFCT pone de manifiesto la compleja relación entre competencia comercial y colaboración en temas de seguridad pública. Las empresas tecnológicas se encuentran en la difícil posición de tener que cooperar en la lucha contra el terrorismo mientras compiten ferozmente por usuarios y cuota de mercado. Esta dinámica puede llevar a decisiones que priorizan los intereses comerciales sobre el bien común.
El fracaso percibido del GIFCT también plantea interrogantes sobre la capacidad de autorregulación de la industria tecnológica en temas tan críticos como la seguridad nacional y la lucha contra el extremismo. ¿Es necesaria una mayor intervención gubernamental o de organismos internacionales para garantizar que estos esfuerzos sean verdaderamente efectivos y no estén sujetos a los intereses corporativos de unas pocas empresas dominantes?
La situación actual del GIFCT refleja los desafíos complejos que enfrenta la industria tecnológica en su lucha contra el terrorismo en línea. La falta de inclusividad, las tensiones financieras y las decisiones cuestionables de su junta directiva han socavado la eficacia de lo que se suponía que sería una herramienta crucial en la lucha contra la radicalización en internet. A medida que aumenta el escrutinio regulatorio y la presión pública, las grandes tecnológicas deberán reevaluar su enfoque y demostrar un compromiso genuino con la seguridad en línea que vaya más allá de los intereses corporativos. El futuro de la lucha contra el terrorismo en el ámbito digital dependerá en gran medida de cómo se resuelvan estos desafíos y de la capacidad de la industria para crear un frente verdaderamente unido y efectivo contra la amenaza del extremismo en línea.
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