Morosidad familiar en pago de créditos alcanza máximo histórico en junio
El sistema financiero argentino enfrenta una deterioración progresiva de la calidad crediticia que se extiende por sexto mes consecutivo, configurando un escenario de tensión creciente entre la expansión del financiamiento y la capacidad de pago de las familias
El sistema financiero argentino enfrenta una deterioración progresiva de la calidad crediticia que se extiende por sexto mes consecutivo, configurando un escenario de tensión creciente entre la expansión del financiamiento y la capacidad de pago de las familias. Los indicadores del Banco Central revelan que la irregularidad en los pagos ha alcanzado niveles no observados desde el inicio de las series estadísticas, evidenciando las consecuencias de políticas salariales restrictivas en un contexto de mayor acceso al crédito.
La morosidad total del crédito al sector privado escaló 0.3 puntos porcentuales durante junio para ubicarse en 2.9%, representando el registro más elevado desde enero del año anterior. Sin embargo, la segmentación por destinatarios revela que las familias constituyen el eslabón más vulnerable de la cadena crediticia, con un deterioro que supera significativamente los promedios históricos y plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del modelo de financiamiento doméstico.
Los hogares registraron una tasa de irregularidad del 5.2% en junio, tras experimentar un incremento de 0.7 puntos porcentuales respecto al mes previo. Esta cifra establece un máximo absoluto desde que el Banco Central inició el registro sistemático de estos datos en 2010, superando el promedio de dos décadas que se ubicaba en 3.3% según análisis de consultoras especializadas.
La desagregación por instrumentos financieros expone la magnitud diferencial del problema según las modalidades de endeudamiento familiar. Los préstamos personales experimentaron la mayor degradación, alcanzando una morosidad del 6.5% del saldo total en junio. Este deterioro implicó un incremento mensual de 0.9 puntos porcentuales y una escalada interanual de 2.3 puntos, reflejando las dificultades crecientes para honrar compromisos de financiamiento no garantizado.
Las tarjetas de crédito familiares registraron una tasa de incumplimiento del 4.9% en igual período, evidenciando un aumento de 0.5 puntos porcentuales respecto a mayo y una expansión de 2.9 puntos en la comparación anual. Esta modalidad crediticia, tradicionalmente utilizada para financiar consumo corriente y emergencias domésticas, refleja las presiones sobre el flujo de caja familiar en un entorno de ingresos reales declinantes.
La paradoja del deterioro crediticio radica en que coincide temporalmente con una expansión sin precedentes del financiamiento bancario. Los datos oficiales confirman que el saldo total de crédito al sector privado creció aproximadamente 100% en términos reales hasta junio, sugiriendo que el acceso expandido al financiamiento no se correspondió con mejoras equivalentes en la capacidad de servicio de deuda.
Los préstamos personales experimentaron la expansión más dramática con incrementos cercanos al 200% durante el período analizado, mientras que las tarjetas de crédito registraron crecimientos del 70%. Esta dinámica sugiere que las entidades financieras relajaron progresivamente los criterios de evaluación crediticia para aprovechar oportunidades de negocio en un mercado sediento de financiamiento.
La consultora Equilibra destacó que resulta preocupante no solamente el nivel absoluto de irregularidad familiar sino la velocidad de deterioro observada en meses recientes. Esta aceleración indica que factores estructurales, más que coyunturales, están operando sobre la capacidad de pago doméstica, anticipando complicaciones adicionales en el horizonte próximo.
Los acuerdos salariales que se mantuvieron por debajo de la inflación acumulada constituyen un factor explicativo central del fenómeno. Las familias que accedieron a financiamiento durante la fase expansiva del crédito enfrentan ahora la convergencia adversa de servicios de deuda crecientes con ingresos reales estancados o declinantes, generando presiones insostenibles sobre sus presupuestos domésticos.
La reciente escalada de las tasas de interés añade complejidad al panorama crediticio al encarecer significativamente las opciones de refinanciamiento. La consultora Epyca advirtió que las familias con dificultades para cumplir sus obligaciones financieras difícilmente podrán acceder a reestructuraciones o lo harán enfrentando costos prohibitivos que agraven su situación patrimonial.
Las entidades bancarias han comenzado a adoptar posturas defensivas frente al deterioro crediticio observable. Aunque los ejecutivos del sector consideran que los niveles actuales de morosidad no alcanzan magnitudes críticas, varias instituciones iniciaron procesos de restricción en las ofertas de financiamiento para contener riesgos futuros y preservar la calidad de sus carteras crediticias.
El endurecimiento generalizado de las tasas en pesos durante semanas recientes opera como mecanismo adicional de contención de la demanda crediticia. Esta dinámica de mercado complementa las decisiones institucionales de mayor selectividad en el otorgamiento de créditos, configurando un escenario de menor liquidez para el sector privado.
La empresa tecnológica SIISA, especializada en análisis crediticio, proyectó que la tendencia ascendente de la morosidad probablemente se mantendrá durante la segunda mitad del año. Esta perspectiva se fundamenta en la observación de dificultades de pago emergentes en sectores socioeconómicos que tradicionalmente mantenían regularidad en sus obligaciones financieras.
El impacto sobre la actividad económica constituye la preocupación principal de analistas sectoriales. GMA Capital documentó que los préstamos empresariales, que mantenían dinamismo hasta julio, registraron contracciones del 2.3% en las primeras semanas de agosto. La consultora atribuyó esta reversión a tasas reales excesivas que desalientan la intermediación financiera y anticipó consecuencias negativas sobre el nivel de actividad.
La perspectiva de Equilibra resulta particularmente alarmante al advertir que la combinación de tasas elevadas, requerimientos de encaje restrictivos y morosidad creciente podría inducir una posición defensiva generalizada del sistema bancario. Esta eventual restricción crediticia transformaría el actual estancamiento de la actividad económica en una recesión abierta, amplificando las dificultades familiares que originaron el ciclo de deterioro.
Los bancos intensifican el monitoreo de indicadores de riesgo crediticio mientras evalúan estrategias para equilibrar rentabilidad con prudencia. La tensión entre aprovechar oportunidades de negocio en un mercado crediticio históricamente reprimido y preservar la solidez patrimonial institucional define las decisiones operativas de los próximos meses.
Las autoridades monetarias enfrentan el desafío de calibrar políticas que contengan riesgos sistémicos sin estrangular el financiamiento productivo. El Banco Central deberá balancear la preservación de la estabilidad financiera con el sostenimiento de condiciones crediticias que no comprometan la recuperación económica.
La evolución de la morosidad familiar se perfila como indicador anticipado de tensiones macroeconómicas más amplias. Su trayectoria futura determinará tanto la viabilidad del actual modelo de política monetaria como las perspectivas de recuperación sostenible del consumo privado y la actividad económica general.
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