Argentina apuesta a la Energía: Analistas proyectan US$6000 millones de superávit energético para impulsar la economía
El gobierno de Javier Milei se aferra a proyecciones optimistas que sugieren un giro radical en el sector energético del país, con estimaciones que apuntan a un superávit de US$6000 millones para el año en curso
En medio de un panorama económico desafiante, una luz de esperanza emerge desde las profundidades de la tierra argentina. El gobierno de Javier Milei se aferra a proyecciones optimistas que sugieren un giro radical en el sector energético del país, con estimaciones que apuntan a un superávit de US$6000 millones para el año en curso. Este dato, revelado por el reconocido consultor económico Ricardo Arriazu durante las recientes Jornadas Monetarias y Cambiarias del Banco Central, ha encendido una chispa de entusiasmo en el equipo económico del gobierno.
La importancia de estas proyecciones no puede subestimarse. En un país que ha luchado durante años con déficits crónicos y escasez de divisas, la perspectiva de un superávit energético representa más que una mera estadística; es un potencial punto de inflexión para toda la economía argentina. Para contextualizar, basta recordar que en 2023, la balanza comercial total del país cerró con un déficit de US$6926 millones. La posibilidad de que solo el sector energético pueda revertir esta tendencia subraya la magnitud del cambio que se avecina.
Arriazu, conocido por su cercanía al presidente Milei, no se limitó a presentar cifras para el año en curso. Su visión se extiende hacia el futuro, proyectando un panorama aún más prometedor para 2025, con un superávit energético que podría alcanzar los US$13.000 millones. Estas estimaciones marcan un contraste dramático con el pasado reciente: en 2022, el sector energético registró un déficit de US$4200 millones, mientras que en 2023 apenas logró alcanzar un equilibrio.
El optimismo de Arriazu encontró eco en las palabras de Vladimir Werning, vicepresidente del Banco Central, quien, en una presentación a inversores en Nueva York, habló de inversiones en el sector energético que podrían ascender a US$54.000 millones hacia 2030, canalizadas a través del Régimen de Incentivo a Grandes Inversiones (RIGI).
Sin embargo, es importante notar que no todos los analistas comparten el mismo nivel de optimismo. Fernando Marengo, economista jefe de Black Toro y asociado al estudio de Arriazu, ofrece una perspectiva más matizada. Aunque confirma la proyección de US$6000 millones de superávit para 2024, Marengo basa su análisis en datos concretos del INDEC, que muestran un superávit acumulado de US$3157 millones en los primeros ocho meses del año. Con el invierno ya pasado, se espera una disminución en las importaciones de energía, lo que refuerza la confianza en alcanzar la cifra proyectada.
Marengo también detalla los factores que podrían llevar a un superávit aún mayor en 2025. Entre ellos, destaca la ampliación de Oldelval, la red de oleoductos que incrementará el transporte y exportación de petróleo, y la Reversión del Gasoducto Norte, que convertirá a Argentina de importador a exportador de gas hacia Brasil y Bolivia. Además, menciona la futura plataforma offshore Fénix en Tierra del Fuego y la finalización del gasoducto Néstor Kirchner como elementos clave para aumentar la oferta y distribución de gas, reduciendo así la necesidad de importar combustibles para la generación eléctrica.
No obstante, es crucial señalar que algunas obras importantes aún no están operativas. La reversión del gasoducto del norte, inicialmente programada para finales de agosto, sigue pendiente. Asimismo, el oleoducto Vaca Muerta Sur, crucial para la exportación de petróleo desde la formación neuquina, enfrenta desafíos en su financiamiento y acuerdos entre las petroleras.
Otros analistas, aunque menos optimistas que Arriazu, también prevén un panorama positivo. Nicolás Arceo, de Economía y Energía, estima un superávit de US$5053 millones para 2024 y US$7340 millones para 2025. Por su parte, Daniel Dreizzen, de Aleph Energy, proyecta US$4184 millones para este año y US$7940 millones para el próximo. Estas proyecciones se basan principalmente en el crecimiento exponencial de las exportaciones de petróleo, que se espera pasen de menos de US$2000 millones hace cuatro años a cerca de US$9000 millones en 2025.
Este cambio de paradigma en el sector energético podría tener implicaciones profundas para la economía argentina en su conjunto. Con un Banco Central que ha luchado durante años para acumular reservas, el ingreso de dólares provenientes del sector energético se presenta como una oportunidad única para fortalecer la posición financiera del país. Este fortalecimiento podría ser la clave para varios objetivos cruciales del gobierno: reducir el riesgo país, mejorar las condiciones para refinanciar la deuda que vence en 2025 y, quizás lo más importante, avanzar hacia la tan ansiada salida del cepo cambiario.
La transformación del sector energético argentino va más allá de las cifras. Representa un cambio fundamental en la identidad económica del país. De ser un importador neto de energía, Argentina está en camino de convertirse en lo que algunos ya denominan un "país petrolero". Este cambio no solo tiene implicaciones económicas, sino también geopolíticas, posicionando a Argentina como un actor cada vez más relevante en el mercado energético global.
Sin embargo, es importante mantener una perspectiva equilibrada. Las proyecciones, por más optimistas que sean, se enfrentan a la realidad de un mundo en constante cambio. La volatilidad de los precios internacionales del petróleo y el gas, los desafíos técnicos y logísticos en la implementación de proyectos de infraestructura, y las presiones globales hacia la transición energética son factores que podrían influir en estas estimaciones.
Además, el éxito en el sector energético debe ser visto en el contexto más amplio de la economía argentina. Mientras el país lucha contra una inflación persistente y busca reactivar otros sectores de la economía, el desafío será canalizar los beneficios del sector energético hacia un crecimiento sostenible y equitativo.
El gobierno de Milei se encuentra ante una oportunidad histórica. Si las proyecciones se materializan, Argentina podría estar en el umbral de una nueva era económica. Sin embargo, el camino hacia la estabilidad y el crecimiento sostenido requerirá más que un sector energético boyante. Será crucial implementar políticas que aprovechen este impulso para fortalecer otros sectores de la economía, mejorar la infraestructura y fomentar la innovación.
En última instancia, el éxito de Argentina en capitalizar este potencial superávit energético dependerá de la capacidad del gobierno para navegar los complejos desafíos económicos y políticos que enfrenta el país. La transformación del sector energético ofrece una oportunidad única, pero convertir esta oportunidad en un cambio duradero y positivo para todos los argentinos requerirá visión, planificación cuidadosa y ejecución efectiva.
Mientras tanto, los ojos del mundo están puestos en los campos petrolíferos y gasoductos de Argentina. El país, que ha sido por mucho tiempo sinónimo de volatilidad económica, podría estar a punto de reescribir su narrativa, impulsado por el poder transformador de sus recursos energéticos. El desafío ahora es convertir estas proyecciones optimistas en una realidad tangible que beneficie a toda la nación.
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