Todos los cañones apuntan a Octubre: Milei apuesta a una inflación del 1% para antes de las elecciones
El equipo económico del presidente Javier Milei celebra la desaceleración inflacionaria tras conocerse que abril cerró con un índice de precios al consumidor (IPC) del 2,8%, cifra que representa una sustancial mejora respecto al 3,7% registrado en marzo
El equipo económico del presidente Javier Milei celebra la desaceleración inflacionaria tras conocerse que abril cerró con un índice de precios al consumidor (IPC) del 2,8%, cifra que representa una sustancial mejora respecto al 3,7% registrado en marzo. Esta tendencia a la baja constituye un éxito particularmente significativo para la administración libertaria, considerando que las principales consultoras económicas habían proyectado resultados menos favorables en un escenario cambiario que finalmente no se materializó.
El ministro de Economía, Luis Caputo, y sus colaboradores más cercanos sostienen con convicción que el proceso de desinflación ha regresado para instalarse definitivamente en la economía argentina. Según fuentes cercanas al funcionario, todas las decisiones del equipo económico apuntan a consolidar esta tendencia descendente, con un objetivo ambicioso pero explícito: llevar la inflación a niveles cercanos al 1% mensual antes de las elecciones legislativas de octubre.
La estrategia gubernamental para lograr esta meta tiene como pilar fundamental una posición definida respecto al mercado cambiario. Caputo ha expresado abiertamente su convicción de que el tipo de cambio debe estabilizarse en el piso de la banda cambiaria, y que el Banco Central debe abstenerse de intervenir para impedir esta tendencia. Esta postura quedó claramente delineada durante su reciente participación en el seminario del IAEF, donde explicó los riesgos de una intervención oficial en el mercado spot.
"Si el Banco Central saliera a comprar a $1.100, $1.080, no va a faltar los que especulan. Salió el Central, entonces me monto, y en tres o cuatro días se fue a $1.200. Luego dirán que van a salir a vender, empezarán a militar una corrida, y terminaremos con una banda de la banda, lo cual no resulta prolijo", argumentó el ministro ante empresarios y financistas.
Esta explicación estratégica justifica la ausencia del BCRA en las operaciones de compra directa de divisas, a pesar de que la economía atraviesa la temporada alta de liquidaciones por la cosecha gruesa. No obstante, en los círculos financieros persisten interrogantes sobre una posible intervención oficial en el mercado de futuros para forzar una caída en la cotización del dólar durante la semana pasada.
Lo verdaderamente relevante es la clara definición política: el gobierno ha optado por un camino que conduce a la estabilización del tipo de cambio cerca del piso de la banda, en lugar de buscar un equilibrio en niveles más elevados. Esta decisión representa una apuesta decidida por una desaceleración inflacionaria sostenida hasta octubre, aun cuando podrían surgir "cisnes negros" como anuncios inesperados en Estados Unidos o episodios de extrema volatilidad en Brasil, según advirtió una fuente cercana al gabinete económico.
El compromiso con esta estrategia no se limita a medidas pasivas. La administración Milei ha demostrado su disposición a intervenir activamente para acelerar el proceso desinflacionario. Un ejemplo concreto fue la anticipación de YPF en la reducción de precios de combustibles, así como la intervención directa en las negociaciones con supermercados y fabricantes.
El propio Caputo celebró públicamente en redes sociales el anuncio de Aluar, empresa líder en producción de aluminio, de reducir sus precios un 25% durante el trimestre actual. "Los precios en Argentina pueden bajar", manifestó el ministro, quien posteriormente anticipó reducciones en los valores de automóviles, indumentaria y calzado en el corto plazo.
Las proyecciones para mayo resultan alentadoras para el gobierno. Los sondeos correspondientes a la primera quincena estiman una inflación promedio del 2,2% para el mes en curso. Diversos factores contribuyen a esta moderación: la estabilidad en el precio de la carne, las rebajas en los surtidores de combustibles (inferiores al 4%) y las liquidaciones de temporada en el sector textil.
Sin embargo, la administración libertaria aspira a profundizar este proceso. Más allá de las consideraciones políticas, existe una necesidad económica de acelerar la desinflación. La estabilidad del tipo de cambio por debajo de la banda implica que cualquier incremento de precios también se traduce en un aumento en términos de dólares, lo que situaría a Argentina entre las economías más caras del mundo.
Por esta razón, el objetivo gubernamental de alcanzar una inflación próxima al 1% para octubre responde no solo a motivaciones electorales, sino a una necesidad estructural para la sostenibilidad del modelo económico. Esta visión está alineada con las recientes declaraciones del presidente Milei, quien pronosticó un inminente "colapso" de la inflación.
El desafío más significativo para esta estrategia radica en la coordinación de expectativas. La experiencia histórica argentina demuestra que los procesos desinflacionarios requieren no solo políticas monetarias y fiscales consistentes, sino también un anclaje efectivo de las expectativas de los agentes económicos. El equipo de Caputo parece haber comprendido esta dinámica y apuesta a una estrategia de comunicación directa con el sector privado para sincronizar decisiones de precios.
Las consultoras económicas mantienen una perspectiva cautelosa pero reconocen la tendencia descendente. Economistas del sector privado señalan que la estabilidad cambiaria y la moderación en las tarifas de servicios públicos constituyen factores clave para la desaceleración inflacionaria, aunque advierten sobre riesgos potenciales asociados a la necesidad de correcciones futuras en precios relativos.
La apuesta gubernamental por una inflación cercana al 1% mensual representa un punto de inflexión para la economía argentina. Si esta meta se cumpliera, constituiría uno de los casos más exitosos de desinflación acelerada en la historia económica reciente del país, comparable con los resultados iniciales de programas anteriores como la Convertibilidad.
No obstante, analistas independientes subrayan la importancia de complementar la estabilización nominal con reformas estructurales que incrementen la productividad y mejoren las condiciones de oferta, aspectos fundamentales para la sostenibilidad de cualquier proceso desinflacionario a mediano plazo.
El calendario electoral actúa como un horizonte temporal definido para esta estrategia, pero las implicaciones económicas trascienden ampliamente la coyuntura política. La administración Milei ha apostado por la estabilización de precios como piedra angular de su programa económico, consciente de que el éxito o fracaso en esta dimensión determinará en gran medida la viabilidad de su proyecto político y sus aspiraciones de transformación estructural para Argentina.
En este contexto, mayo aparece como un mes crítico para confirmar la tendencia desinflacionaria. Si los resultados ratifican las proyecciones preliminares, el equipo económico contará con un respaldo adicional para profundizar su estrategia durante el segundo semestre del año, período decisivo para alcanzar el ambicioso objetivo del 1% mensual antes de octubre.
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