Economía 13News-Economía 16 de agosto de 2025

Tasas récord paralizan el crédito y la actividad económica en la previa electoral

La economía argentina atraviesa una parálisis crediticia sin precedentes mientras el ministro de Economía, Luis Caputo, intensifica su estrategia de contracción monetaria extrema

La economía argentina atraviesa una parálisis crediticia sin precedentes mientras el ministro de Economía, Luis Caputo, intensifica su estrategia de contracción monetaria extrema. Las entidades financieras enfrentan un escenario caótico donde los préstamos alcanzaron costos anualizados del 100%, cuadruplicando los niveles inflacionarios actuales y generando una virtual suspensión del financiamiento productivo que amenaza con profundizar la recesión económica.

El desorden administrativo sacudió las oficinas bancarias durante los últimos días. Los directivos mantuvieron conversaciones urgentes con autoridades del Banco Central intentando descifrar las complejidades técnicas del renovado esquema de reservas obligatorias, mientras los operadores de mercado observaban atónitos cómo los rendimientos escalaban hacia valores prácticamente inaccesibles. Esta situación contrasta dramáticamente con el panorama de hace apenas treinta días, cuando los costos financieros rondaban el 32% anual.

La modificación implementada por el BCRA estableció requisitos más estrictos para las reservas bancarias, exigiendo mantener niveles diarios específicos en lugar del sistema anterior basado en promedios mensuales. Esta transformación regulatoria provocó críticas generalizadas del sector financiero, que argumenta que la medida genera ineficiencias operativas significativas y presiona inevitablemente hacia mayores costos del dinero.

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Únicamente corporaciones con necesidades extremas de liquidez acceden actualmente a financiamiento bancario. Se trata exclusivamente de compañías líderes que, pese a su solidez financiera, aceptan condiciones crediticias que multiplican por cuatro el ritmo inflacionario vigente. Esta situación refleja niveles de desesperación empresarial que preocupan profundamente a los analistas del sector.

Un alto directivo de una entidad financiera líder expresó su inquietud señalando que cualquier empresa o persona que solicite financiamiento bajo estas condiciones extremas genera alarma institucional. Considera que estas operaciones anticipan incrementos futuros en los índices de morosidad y evidencian situaciones críticas de liquidez empresarial.

Las perspectivas apuntan inevitablemente hacia una contracción significativa del nivel productivo y del consumo interno. Ricardo Arriazu, economista vinculado estrechamente al oficialismo, destacó que desde la eliminación de restricciones cambiarias, el volumen crediticio apenas creció 1000 millones de dólares, representando solamente el 27% del incremento registrado en los depósitos bancarios.

Los indicadores de morosidad refuerzan estas preocupaciones. Los atrasos en pagos de tarjetas alcanzaron el 4,5%, duplicando los promedios históricos recientes, mientras las instituciones financieras proyectan deterioros adicionales inevitables en estos indicadores.

Las pequeñas y medianas empresas enfrentan un panorama especialmente crítico. Si las corporaciones principales encuentran prohibitivos los costos financieros actuales, las pymes confrontan una situación francamente catastrófica. El acceso bancario, históricamente complejo para este segmento, resulta actualmente imposible, forzándolas hacia mecanismos alternativos como el descuento de documentos comerciales bajo condiciones que los propios empresarios califican como abusivas.

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Los expertos bancarios anticipan mayor inestabilidad futura en los mercados monetarios. Proyectan escenarios donde alternarán períodos de escasez extrema de liquidez, con instituciones dispuestas a pagar cualquier precio por fondos, seguidos por momentos de exceso donde los recursos se ofrecerán prácticamente sin costo, generando oscilaciones pronunciadas en los valores de referencia.

El ministro Caputo defendió públicamente su estrategia, aunque recibe cuestionamientos crecientes por insistir en conceptos como la flotación cambiaria y la determinación endógena de los intereses, pese a las evidencias de intervención gubernamental sistemática en los mercados de derivados y en los rendimientos de instrumentos públicos denominados en moneda local.

Las expectativas previas sugerían que una renovación parcial de vencimientos gubernamentales podría beneficiar al sistema financiero, facilitando el cumplimiento de exigencias regulatorias y moderando las presiones sobre los costos monetarios que mantienen virtualmente paralizada la intermediación crediticia.

Sin embargo, el titular de Hacienda demostró que su prioridad absoluta consiste en prevenir excedentes monetarios potencialmente desestabilizadores, capaces de presionar tanto el mercado cambiario como los índices inflacionarios, subordinando cualquier otra consideración económica a este objetivo central.

Su argumentación generó controversia cuando explicó que renovaciones inferiores a los vencimientos, como ocurrió recientemente dejando 5,8 billones de pesos circulando, generan expansión de los agregados monetarios cuyo impacto puede resultar beneficioso o perjudicial según el contexto específico.

Esta posición marca un cambio radical respecto a meses anteriores, cuando el equipo económico celebraba renovaciones parciales como síntomas positivos de reactivación crediticia. La frase ministerial sobre el retorno de las entidades financieras a su función tradicional de intermediación se repetía constantemente, reivindicando la preferencia bancaria por financiar actividades productivas sobre inversiones pasivas en instrumentos estatales.

El concepto del denominado Punto Anker, que irritaba a economistas preocupados por la expansión monetaria, era entonces defendido oficialmente como señal de normalización económica.

Actualmente, según la interpretación gubernamental, la demanda de liquidez bancaria y la renovación parcial de vencimientos, pese a rendimientos del 69,2% en la última colocación, no reflejan necesidades genuinas de intermediación sino motivaciones especulativas vinculadas al contexto preelectoral.

El ministro argumentó que cuando el Banco Central interpreta estas cancelaciones parciales como incrementos legítimos en la demanda monetaria o crediticia, la expansión resultante no requiere esterilización. Pero en el escenario actual, caracterizado por incertidumbre política preelectoral, estos recursos deben neutralizarse imperativamente.

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Quedaron sin respuesta múltiples interrogantes sobre los criterios, momentos e indicadores específicos que permiten al BCRA distinguir entre demanda monetaria genuina orientada al crédito productivo versus motivaciones especulativas vinculadas a potenciales cambios políticos.

Federico Furiase, principal consultor monetario ministerial, aludió al principio económico de imputación de Menger, popularizado presidencialmente, argumentando que sin validación monetaria los precios determinan costos y no inversamente. Según esta visión, la restricción monetaria extrema impedirá aumentos inflacionarios por simple ausencia de recursos que los convaliden.

Existe además una preocupación no explicitada pero evidente en las decisiones diarias: prevenir disparadas cambiarias durante el período electoral próximo. Los banqueros critican que toda esta turbulencia financiera persigue exclusivamente lograr la reducción del 5% observada desde el máximo de 1374 pesos alcanzado en julio.

Los analistas perciben rendimientos decrecientes en esta estrategia, requiriéndose incrementos progresivamente mayores en los costos financieros para lograr moderaciones cambiarias cada vez menores.

Las entidades financieras consideran infundados estos temores gubernamentales, señalando que agosto registra disminuciones en las adquisiciones minoristas de divisas. Tras la liberalización cambiaria, las compras venían acelerándose sostenidamente. Durante junio los pequeños ahorristas adquirieron 4357 millones de dólares, combinando operaciones bancarias netas por 2020 millones y otras salidas por 2308 millones, representando incrementos del 25% respecto a mayo.

Julio registraría cifras superiores según fuentes del sector, atribuyéndolo a la coincidencia entre disponibilidad de aguinaldos y presiones cambiarias alcistas. Sin embargo, agosto marcó una inflexión con caídas sustanciales en la demanda minorista de divisas.

Surge entonces el interrogante sobre las razones para endurecer aún más la política contractiva mediante mayores exigencias de encajes, considerando la estabilización cambiaria en 1300 pesos, la reducción en compras minoristas y la paralización crediticia.

La perspectiva oficial considera los agregados monetarios como elementos potencialmente peligrosos en contextos de inestabilidad política, donde la demanda de dinero puede colapsar abruptamente. El propio Caputo documentó esta visión en informes previos de su consultora Anker, recordando experiencias gubernamentales anteriores donde ajustes fiscales y monetarios no evitaron turbulencias derivadas del rechazo a la moneda local ante cambios políticos potenciales.

Las instituciones financieras sostienen que el equipo económico está sobrerreaccionando, negando riesgos de presiones cambiarias derivadas de mayor liquidez bancaria y proyectando, contrariamente, normalizaciones en los costos financieros.

La administración económica mantiene su posición inflexiblemente: si las entidades no adquieren voluntariamente instrumentos públicos, las nuevas regulaciones del BCRA las obligarán. El gobierno abandonó la celebración del retorno bancario a funciones tradicionales de intermediación, reconduciéndolos hacia su rol previo como operadores del mercado de capitales, priorizando el control monetario absoluto sobre la reactivación productiva en un contexto preelectoral que define las prioridades de política económica.

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