Apretón monetario contiene inflación pese a suba en alimentos
La estrategia de restricción monetaria implementada por el Gobierno logró atenuar parcialmente el traslado de las tensiones cambiarias hacia los precios de consumo, aunque los alimentos experimentaron incrementos superiores al 3% durante agosto según múltiples mediciones privada
La estrategia de restricción monetaria implementada por el Gobierno logró atenuar parcialmente el traslado de las tensiones cambiarias hacia los precios de consumo, aunque los alimentos experimentaron incrementos superiores al 3% durante agosto según múltiples mediciones privadas. Esta categoría representa el factor más influyente en el índice general que elabora el INDEC, convirtiendo su evolución en un indicador crítico para las perspectivas inflacionarias de corto plazo.
Las turbulencias que afectaron al tipo de cambio durante los últimos días de julio generaron presiones específicas sobre el sector alimentario, configurando un escenario donde la efectividad del torniquete monetario oficial se ve desafiada por dinámicas sectoriales y estacionales que escapan al control directo de las autoridades económicas.
Eco Go revisó a la baja su proyección para la inflación alimentaria de agosto, estimando actualmente un incremento del 2,1% frente al 2,3% calculado previamente. Esta corrección refleja los efectos contenedores de las medidas restrictivas aplicadas por el Banco Central, aunque el guarismo proyectado supera ligeramente el 1,9% registrado oficialmente en julio para alimentos y bebidas no alcohólicas.
Damián Di Pace, director de Focus Market, documentó una desaceleración significativa en las mediciones puntuales durante el transcurso del mes. Los datos de su consultora muestran que la variación entre la primera semana de agosto y el mismo período de julio alcanzó 3,2%, mientras que la comparación entre la tercera semana de agosto y julio se redujo al 1,7%, evidenciando una moderación progresiva de las presiones inflacionarias en el segmento.
La consultora LCG registró un comportamiento más pronunciado, con alimentos y bebidas acumulando 3,1% de incremento durante las primeras semanas de agosto. Su análisis semanal identificó un aumento del 1,1% en la segunda semana del mes, distribuyéndose de manera heterogénea entre las diferentes categorías de productos que integran la canasta alimentaria.
Las frutas encabezaron los incrementos con una variación del 4,2%, seguidas por bebidas e infusiones que registraron 2,2% de alza. Las carnes experimentaron subas del 1,7%, mientras que aceites avanzaron 1,5% y la categoría de azúcar, miel, dulces y cacao mostró incrementos del 1,3%. Esta diferenciación sectorial refleja tanto factores estacionales como distintos grados de exposición a insumos importados.
Camilo Tiscornia, economista de C&T, corroboró estas tendencias mediante su propia medición, que arrojó incrementos del 1,5% en alimentos durante las últimas 4 semanas. Su análisis destacó la influencia de factores estacionales, particularmente en verduras, junto con un repunte específico en bebidas durante la semana más reciente, mientras observó "tranquilidad" en el resto de las categorías alimentarias.
Claudio Caprarulo, director de Analytica, identificó una aceleración durante la segunda semana de agosto, principalmente impulsada por frutas y verduras. El salto en el precio del tomate ejemplifica estas presiones estacionales que operan independientemente de las fluctuaciones cambiarias. Su medición semanal mostró 1,1% de incremento, aunque el promedio de 4 semanas alcanzó 1,4%.
La resistencia de los mayoristas a convalidar remarcaciones constituye un factor moderador clave en la transmisión de costos hacia el consumidor final. Armando Farina, vicepresidente de la Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas, confirmó que el sector mantiene su política de rechazo a listas con incrementos, continuando las compras con descuentos para evitar trasladar aumentos a sus clientes.
Esta estrategia defensiva del canal mayorista encuentra limitaciones en productos específicamente vinculados al tipo de cambio. Farina reconoció que artículos como café y aceite experimentaron incrementos inevitables del 5% al 8% durante agosto, explicando que "si el dólar sube 10%, el aceite sube 8% irremediablemente" debido a su alta dependencia de insumos importados.
La dinámica de formación de precios experimentó transformaciones significativas respecto a períodos anteriores. Según Farina, los proveedores modificaron su metodología desde abril y mayo del año pasado, pasando de calcular costos multiplicando directamente por el tipo de cambio a elaborar estructuras basadas en líneas de producción. Esta evolución redujo la sensibilidad automática a las fluctuaciones cambiarias, aunque persiste en productos con alta exposición externa.
El abastecimiento de divisas por parte del Gobierno emerge como variable determinante en la moderación del pass-through. Cuando las autoridades garantizan provisión de dólares, los proveedores pueden mantener estructuras de costos más estables, reduciendo la presión sobre precios finales. Esta condición explica parcialmente la contención observada pese a las turbulencias cambiarias recientes.
CADAM documentó incrementos del 1,71% en alimentos excluyendo carnes y verduras, cifra que refleja la heterogeneidad sectorial y confirma el impacto diferencial de factores estacionales versus presiones cambiarias. Esta medición específica permite aislar el efecto de productos más volátiles y obtener una aproximación más precisa al comportamiento de la canasta básica.
El consumo presenta una marcada asimetría según la condición laboral de los compradores. Farina identificó dos segmentos claramente diferenciados: trabajadores asalariados registrados que han mejorado su situación respecto al año anterior gracias a paritarias actualizadas, y trabajadores informales que enfrentan dificultades crecientes. Esta polarización explica comportamientos de compra divergentes que impactan sobre la demanda agregada.
Focus Market registró un incremento del 3,4% en el consumo masivo durante julio comparado con junio, señalando una recuperación mensual que contrasta con la caída interanual del 4,3% frente a julio de 2024. Esta dualidad temporal refleja tanto la recuperación gradual respecto a los mínimos recientes como la persistencia de niveles inferiores a los históricos.
La medición utiliza datos de Scanntech, proporcionando información granular sobre comportamientos de compra en tiempo real. Estos datos resultan fundamentales para anticipar tendencias inflacionarias, dado que capturan variaciones en volúmenes y precios antes de que se reflejen en estadísticas oficiales.
Los factores estacionales adquieren relevancia particular durante el período invernal, cuando productos como verduras experimentan variaciones típicas que pueden magnificar o atenuar las presiones de otros orígenes. El tomate, específicamente mencionado por Caprarulo, ejemplifica cómo elementos climáticos y de cosecha pueden generar volatilidad independiente de variables macroeconómicas.
La efectividad del apretón monetario para contener el pass-through enfrenta el desafío de productos inevitablemente vinculados al dólar. Café y aceite representan casos paradigmáticos donde la restricción de liquidez doméstica no puede neutralizar completamente las presiones externas, manteniendo canales de transmisión hacia el índice general.
Las negociaciones entre proveedores y mayoristas constituyen un mecanismo de amortiguación que opera en tiempo real, modulando la velocidad de transmisión de shocks de costos. La capacidad de CADAM para rechazar listas con remarcaciones depende tanto de su poder de negociación como de la disponibilidad de productos sustitutos y la competencia entre proveedores.
La transformación en los criterios de formación de precios desde mediados del año pasado marca un cambio estructural en el comportamiento empresarial. La transición desde fórmulas automáticas basadas en tipo de cambio hacia cálculos por línea de producción introduce mayor complejidad pero también mayor estabilidad en contextos de volatilidad cambiaria.
Las proyecciones futuras dependerán crucialmente de la persistencia del apretón monetario y la capacidad gubernamental para mantener provisión de divisas. Mientras estos factores se mantengan, el pass-through debería continuar moderado, aunque productos específicos conservarán sensibilidad a fluctuaciones externas.
La asimetría en el consumo plantea desafíos adicionales para la política económica, dado que mejoras en segmentos formales pueden no compensar deterioros en sectores informales. Esta dualidad complica la interpretación de indicadores agregados y requiere análisis diferenciados para comprender dinámicas inflacionarias.
El monitoreo continuo de mediciones privadas proporciona información valiosa para calibrar políticas públicas, especialmente considerando que alimentos representan el componente más sensible y visible de la inflación. La convergencia entre diferentes consultoras refuerza la confiabilidad de las tendencias identificadas y facilita la toma de decisiones basada en evidencia.
La efectividad del torniquete monetario para contener presiones inflacionarias en alimentos confirma la importancia de la coordinación entre política monetaria y fiscal. Sin embargo, la persistencia de factores estacionales y externos mantiene desafíos que requieren instrumentos complementarios para garantizar estabilidad sostenida en el tiempo.
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