"Efecto Bessent": ¿Por qué el Mercado prevé dólar más alto pese a compras oficiales de reservas?
La arquitectura financiera argentina experimenta un reacomodamiento complejo mientras las autoridades monetarias aprovechan el flujo excepcional de divisas agrícolas para fortalecer la posición de reservas internacionales
La arquitectura financiera argentina experimenta un reacomodamiento complejo mientras las autoridades monetarias aprovechan el flujo excepcional de divisas agrícolas para fortalecer la posición de reservas internacionales. Luis Caputo implementa una estrategia de acumulación activa que ya incorporó más de 700 millones de dólares entre martes y jueves, coincidiendo con la liquidación de 2000 millones procedentes del régimen temporal de exenciones fiscales para exportaciones del campo.
Sin embargo, las señales del mercado financiero revelan expectativas persistentes sobre presiones devaluatorias posteriores a las elecciones legislativas de octubre. Esta aparente paradoja entre fortalecimiento oficial de reservas y anticipaciones privadas de volatilidad cambiaria configura un escenario donde las mejoras cuantitativas en la posición del Banco Central conviven con inquietudes estructurales sobre la sostenibilidad del esquema cambiario vigente.
La brecha entre el tipo de cambio oficial y el contado con liquidación alcanzó 4.8 por ciento, duplicando los niveles registrados el lunes anterior. Aunque esta divergencia resulta significativamente menor comparada con desviaciones de hace un año, su expansión acelerada evidencia comportamientos defensivos de operadores que después de liquidar al precio oficial buscan redolarización mediante mercados financieros alternativos.
Los exportadores sojeros emergieron como protagonistas de esta dinámica dual, aprovechando ventajas fiscales temporales para acelerar liquidaciones pero simultáneamente implementando coberturas contra eventuales deterioros cambiarios. Esta estrategia refleja racionalidad económica donde se maximizan beneficios inmediatos mientras se protegen posiciones ante escenarios de mayor volatilidad.
Las advertencias especializadas coinciden en señalar que una caída muy acelerada del tipo de cambio oficial podría constituir una mala noticia, indicando que las compras gubernamentales resultaron menos voluminosas de lo esperable ante la sobreoferta generada por las exenciones agrícolas. Consecuentemente, el posterior rebote cambiario podría adquirir características más violentas si no se aprovecha eficientemente esta ventana de liquidez excepcional.
La preocupación central radica en que el sector privado capture una proporción significativa de los 7000 millones de dólares que deben liquidarse completamente antes del martes próximo. El escenario adverso contemplaría una depreciación momentánea seguida de nuevo impulso alcista sin incrementos sustanciales en el poder de fuego del Banco Central y el Tesoro Nacional.
Caputo y Santiago Bausili captaron estas inquietudes del mercado, implementando modificaciones estratégicas orientadas a persuadir a los inversores para mantener posiciones en pesos. El Tesoro incorporó al menú de licitación del viernes bonos dólar linked, instrumentos que ajustan según paridad oficial y tradicionalmente registran demanda durante períodos de expectativas devaluatorias.
Pablo Quirno, secretario de Finanzas, anunció emisiones con vencimientos al 31 de octubre, 28 de noviembre y 15 de diciembre, todos inmediatamente posteriores a las elecciones legislativas. Esta cronología sugiere reconocimiento oficial sobre potenciales turbulencias post electorales que requieren instrumentos específicos para canalizar demanda defensiva de los inversores.
El mercado de futuros experimentó un resurgimiento sorpresivo con volúmenes operados de 2700 millones de dólares y subas generalizadas en todas las posiciones. Algunas fechas retornaron a cotizaciones vigentes durante el pánico previo al anuncio de Scott Bessent, mientras contratos para mayo de 2026 registraron incrementos del 70 por ciento.
Todas las posiciones correspondientes al próximo año se ubicaron nuevamente por encima del techo de la banda de flotación, implicando tasas anualizadas de hasta 60 por ciento para adquirir seguros de devaluación. Esta dinámica resulta particularmente llamativa considerando que quienes habían tomado coberturas durante las semanas previas sufrieron pérdidas estimadas en 700000 millones de pesos que fueron embolsados por el Banco Central.
Las grandes exportadoras agrícolas anotaron declaraciones juradas por exportaciones aún no concretadas para aprovechar beneficios fiscales de corto plazo, recurriendo a fondos propios o financiación externa para entregar a Caputo los recursos comprometidos. Como contrapartida recibieron aproximadamente 9 billones de pesos que utilizarán para comprar granos a productores y adquirir divisas para repagar líneas crediticias utilizadas.
El negocio se fundamenta en la exención de retenciones calculada en 1500 millones de dólares, aunque genera malestar entre pequeños productores que sostienen no percibir beneficios significativos en sus ingresos. Los analistas sectoriales equiparan esta operación a un préstamo que las grandes cerealeras otorgan al gobierno con interés del 21 por ciento.
La recuperación final de dólares para las exportadoras ocurrirá cuando compren mercadería a productores y efectivicen las exportaciones, proceso que puede demandar varios meses. Esta cronología explicaría la presencia de cerealeras entre los demandantes de contratos futuros, particularmente aquellos correspondientes a meses de cosecha gruesa.
Los mercados bursátil y de bonos soberanos demuestran que mantendrán volatilidad hasta las elecciones, mientras se percibe expectativa generalizada sobre un nuevo esquema cambiario que facilite acumulación de reservas en cualquier circunstancia. Economistas, banqueros, empresarios y figuras destacadas como Gita Gopinath reclaman a Caputo aprovechar esta oportunidad para comprar cantidades sustanciales de divisas.
Existe unanimidad sobre que un dólar de equilibrio estaría considerablemente por encima del techo de la banda actual de 1478 pesos, aunque nadie se anima a especificar cifras concretas. El argumento predominante indica que mayores compras de reservas durante este período reducirían la magnitud del eventual salto cambiario, generando críticas cuando el tipo mayorista cae aceleradamente por interpretarse como lentitud en la acumulación de divisas estatales.
Los bancos perciben como escenario más probable una flotación sucia con intervenciones oficiales para evitar reacciones de overshooting, mostrando escepticismo sobre que el gobierno implemente flotación pura sin restricciones regulatorias. La reducción de la tasa repo de 35 a 25 por ciento se interpretó positivamente como señal de normalización crediticia.
Sin embargo, persisten advertencias sobre que la economía continuará frenada mientras el Banco Central mantenga encajes obligatorios en 53 por ciento, nivel considerado explicable únicamente por el pánico de las últimas semanas. Esta rigidez regulatoria contrasta con las señales de normalización en otros instrumentos monetarios.
La liquidación completa de los 2000 millones restantes antes del martes próximo constituye un test crucial para evaluar la efectividad de la estrategia oficial. El mercado observa atentamente si las autoridades logran capitalizar esta ventana excepcional de liquidez para consolidar una posición de reservas que permita navegar con mayor holgura las turbulencias post electorales.
La paradoja entre fortalecimiento cuantitativo de reservas y persistencia de expectativas devaluatorias refleja la complejidad del momento económico argentino, donde mejoras tácticas conviven con interrogantes estratégicos sobre la arquitectura cambiaria de mediano plazo que requerirá definiciones posteriores al proceso electoral en curso.
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