Las fuerzas armadas israelíes han iniciado una operación terrestre de gran envergadura contra la ciudad de Gaza, marcando una escalada significativa en el conflicto que se extiende desde octubre de 2023. La ofensiva representa el momento más crítico de las hostilidades, con implicaciones que trascienden las fronteras palestinas y se extienden hacia territorio yemení.

El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, emitió una declaración contundente durante su visita al cuartel general de la 162ª División, estableciendo condiciones categóricas para Hamas. Según sus declaraciones, el grupo armado palestino debe cumplir dos requisitos fundamentales: la liberación inmediata de todos los prisioneros en su poder y el desarme completo de sus estructuras militares. La negativa a estas demandas, advirtió el funcionario, resultará en la destrucción total del territorio gazatí.

La estrategia militar israelí se centra en conquistar el control absoluto de la capital gazatí, identificada por Katz como el símbolo principal del poder político de Hamas. Esta táctica busca desmantelar la infraestructura de gobierno del movimiento islamista, considerando que la caída de la ciudad representaría el colapso definitivo de su estructura organizativa. El ministro subrayó que la operación constituye un ataque directo contra Hamas, diseñado simultáneamente para incrementar la presión diplomática hacia la liberación de rehenes.

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Las referencias del funcionario israelí a los líderes históricos de Hamas revelan la dimensión personal del conflicto. Katz mencionó específicamente a los hermanos Yahya y Muhammad Sinwar, describiéndolos como responsables de la devastación del territorio. Con ambos eliminados por fuerzas israelíes, el ministro dirigió sus amenazas hacia Izz al-Din Haddad, actual comandante militar de Hamas en Gaza, advirtiendo sobre las consecuencias de mantener la resistencia armada.

La dimensión diplomática del conflicto ha cobrado relevancia con la intervención del Secretario de Estado estadounidense Marco Rubio. Durante su encuentro con el primer ministro Benjamin Netanyahu, previo a su desplazamiento hacia Qatar, Rubio estableció un cronograma limitado para alcanzar una solución negociada. Su mensaje a Hamas fue categórico: el tiempo disponible para un acuerdo se reduce a días o escasas semanas, enfatizando que cualquier pacto debe incluir necesariamente la liberación de prisioneros y la desmovilización del grupo armado.

La situación humanitaria en el territorio palestino ha alcanzado niveles críticos. Los bombardeos nocturnos registraron un saldo de al menos 34 víctimas fatales palestinas, según reportes del Hospital Al Shifa que recibió los cuerpos. Paralelamente, decenas de miles de residentes gazatíes han emprendido un éxodo masivo hacia el sur, utilizando la carretera costera en largas caravanas de vehículos cargados con pertenencias personales.

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Las escenas de evacuación reflejan el drama humano del conflicto. Familias completas se desplazan en camionetas abarrotadas, mientras otras optan por caminar. Los padres cargan a sus hijos pequeños, y los ancianos avanzan con dificultades evidentes. Esta migración forzada responde a las múltiples advertencias de evacuación emitidas por el ejército israelí, aunque muchos residentes expresan carecer de destinos alternativos seguros, considerando que las fuerzas israelíes han atacado repetidamente las zonas sureñas hacia donde se les insta a desplazarse.

El conflicto ha trascendido las fronteras palestinas, extendiéndose hacia territorio yemení. Israel ejecutó ataques contra instalaciones militares de los rebeldes hutíes en el puerto de Hodeida, siguiendo el patrón de represalias que caracteriza la respuesta israelí a los ataques con drones y misiles lanzados desde Yemen. Los hutíes, respaldados por Irán, han mantenido una campaña de solidaridad con los palestinos mediante ataques sistemáticos contra territorio israelí.

La advertencia previa emitida por el portavoz militar israelí Avichay Adraee instó a la evacuación inmediata del puerto yemení y de las embarcaciones ancladas en la zona. Esta escalada refleja la regionalización del conflicto, con Irán como actor principal en el respaldo a los grupos armados que enfrentan a Israel en múltiples frentes.

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La dimensión internacional del conflicto se ha intensificado con las conclusiones de una comisión independiente del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. El panel de expertos determinó que Israel está cometiendo genocidio en Gaza, acusación que el gobierno israelí rechazó categóricamente como distorsionada y falsa. Esta controversia legal añade complejidad diplomática a un conflicto que ya genera condenas internacionales significativas.

La posición egipcia representa un cambio paradigmático en las relaciones regionales. El presidente Abdel-Fattah el-Sissi describió por primera vez a Israel como enemigo desde el establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países en 1979. Esta declaración marca un punto de inflexión en la diplomacia regional, reflejando el deterioro de las relaciones que alguna vez fueron consideradas un pilar de estabilidad en Medio Oriente.

La operación militar israelí actual representa la culminación de semanas de preparación militar intensiva, bombardeos continuos y advertencias reiteradas de evacuación. Las fuerzas terrestres avanzan desde la periferia hacia el centro urbano gazatí, mientras los ataques aéreos mantienen la presión sobre las posiciones de Hamas. Esta estrategia combinada busca desmantelar definitivamente la capacidad militar del grupo armado palestino.

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Las perspectivas futuras del conflicto dependen crucialmente de la respuesta de Hamas a las condiciones establecidas por Israel y de la efectividad de la mediación internacional. La ventana temporal limitada establecida por la diplomacia estadounidense añade urgencia a las negociaciones, mientras la escalada militar continúa intensificándose en múltiples frentes regionales, configurando un escenario de máxima tensión en Medio Oriente.