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Caputo va por los dólares del colchón: el nuevo plan para captar reservas sin tocar el tipo de cambio

El ministro de Economía, Luis Caputo, prepara una innovadora estrategia para atraer los dólares atesorados por los argentinos fuera del sistema financiero, estimados en unos 200.000 millones que permanecen en cajas de seguridad

Economía03/05/2025 13News-Economía

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El ministro de Economía, Luis Caputo, prepara una innovadora estrategia para atraer los dólares atesorados por los argentinos fuera del sistema financiero, estimados en unos 200.000 millones que permanecen en cajas de seguridad. Esta iniciativa, que el funcionario anticipó que "sorprenderá" al mercado, busca fortalecer las reservas internacionales sin recurrir a la compra directa de divisas por parte del Banco Central, preservando así el esquema de bandas cambiarias flotantes implementado tras la liberalización del mercado.

La medida resulta crucial en un contexto donde el equipo económico ha decidido no intervenir comprando dólares hasta que la cotización alcance el piso de la banda establecida, decisión que ha generado tanto elogios como críticas entre especialistas. La estrategia responde a la necesidad de acumular reservas sin emitir pesos adicionales que podrían comprometer el proceso desinflacionario, principal objetivo de la política económica actual.

Los rumores sobre las medidas en preparación apuntan principalmente a incentivos fiscales para operaciones en moneda extranjera. Entre las posibilidades que se discuten figura la exoneración del impuesto a los débitos y créditos bancarios ("impuesto al cheque") para transacciones realizadas en dólares, así como descuentos para contribuyentes que cancelen sus obligaciones tributarias con divisas estadounidenses.

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También se especula con facilidades en el sector automotriz para compras efectuadas en moneda extranjera, y con modificaciones en el régimen de liquidación de exportaciones agropecuarias, permitiendo operaciones directas entre privados sin la obligatoria intermediación del mercado único de cambios controlado por el Banco Central.

Este enfoque constituye una reversión respecto a anteriores intentos por fomentar la utilización de los dólares atesorados, que tuvieron resultados limitados. Tanto las pasadas operaciones de comunicación que alertaban sobre posibles aperturas de cajas de seguridad, como los argumentos técnicos sobre la pérdida de poder adquisitivo de los billetes guardados (estimada en 40% durante 2024 frente a una inflación del 117%), resultaron insuficientes para modificar el comportamiento de los ahorristas.

La apuesta actual difiere de aquellos intentos en dos aspectos fundamentales: se concentra en incentivos económicos concretos y opera en un contexto de mayor estabilidad cambiaria, tras la reciente flexibilización del cepo. De hecho, en las primeras siete ruedas bajo el nuevo esquema de dólar flotante, los depósitos bancarios en moneda extranjera aumentaron 1.154 millones de dólares, contradiciendo los pronósticos que anticipaban una corrida.

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El nivel actual de depósitos en dólares, cercano a 29.000 millones, refleja una recuperación significativa respecto a los 14.000 millones registrados cuando Javier Milei asumió la presidencia, aunque todavía se mantiene distante del pico de 45.000 millones observado durante la convertibilidad. Cada incremento en estos depósitos beneficia las reservas internacionales, tanto por los encajes regulatorios como por la oferta de divisas generada mediante préstamos bancarios.

La estrategia persigue un objetivo que trasciende lo puramente ideológico. Más allá del concepto libertario de "competencia de monedas", lo que verdaderamente impulsa esta iniciativa es la urgente necesidad de fortalecer las reservas internacionales. Aunque el programa de blanqueo implementado en 2024 logró ingresar unos 22.000 millones de dólares al sistema, su impacto ya está menguando, mientras el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional impone compromisos cuantitativos, como la acumulación de 4.400 millones en reservas para mediados de año.

Analistas del mercado financiero interpretan que, si bien las medidas adoptadas hasta ahora han logrado estabilizar la economía, el modelo podría mostrar signos de agotamiento tras las elecciones legislativas de octubre, cuando el calendario de pagos externos se torne más exigente. En ese escenario, el gobierno necesitaría reducir significativamente el riesgo país, actualmente superior a 700 puntos básicos, para acceder a financiamiento internacional en condiciones viables.

El núcleo conceptual del plan económico, explicado por Federico Furiase como el esquema de "las tres anclas" (fiscal, monetaria y cambiaria), implica que la reducción sostenida de la inflación requiere una estricta política monetaria que restrinja la emisión de pesos. Bajo esta lógica, la compra de dólares por parte del Banco Central generaría una expansión monetaria potencialmente contraproducente, a menos que respondiera a una demanda genuina de liquidez.

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Este razonamiento explica también la relativa tranquilidad con que el equipo económico enfrenta el hecho de que, en recientes licitaciones, el Tesoro no haya logrado renovar completamente los vencimientos de deuda. Según esta interpretación, si los bancos prefieren recuperar liquidez en lugar de reinvertir en nuevos bonos, es porque necesitan esos pesos para expandir el crédito al sector privado, lo que representaría una remonetización orgánica de la economía.

Sin embargo, esta aproximación ha generado preocupación entre numerosos economistas, que cuestionan cómo podrá el Banco Central incrementar sus reservas si mantiene la decisión de no comprar divisas hasta que el tipo de cambio toque el piso de la banda, evento que podría no producirse. Joaquín Cottani, ex viceministro de Economía que abandonó su cargo por discrepancias sobre la política cambiaria, ha advertido que "comprar reservas genera confianza y, por lo tanto, reduce el riesgo y permite que la expectativa del tipo de cambio se mantenga", calificando como "primitivo" el concepto de que la intervención compradora enviaría señales negativas al mercado.

La nueva estrategia para captar los dólares atesorados operaría como una alternativa ante esta disyuntiva, permitiendo fortalecer las reservas indirectamente a través del sistema financiero y fiscal, sin sacrificar la postura monetaria restrictiva. La iniciativa resulta especialmente relevante considerando que la cuenta corriente argentina ha registrado déficits durante diez meses consecutivos, alcanzando 1.674 millones de dólares en marzo, un incremento del 35% respecto al mes precedente.

El impulso a la "dolarización endógena" coincide con crecientes tensiones en el frente laboral. El Ministerio de Economía ha intensificado sus esfuerzos por mantener los aumentos salariales por debajo del 1% mensual, poniendo bajo escrutinio acuerdos paritarios como el recientemente firmado por la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS), que establece un incremento del 5,4% distribuido en tres tramos mensuales. Esta política ha generado malestar incluso en sectores tradicionalmente dialoguistas del sindicalismo.

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El desenlace de esta nueva etapa del plan económico dependerá de la capacidad gubernamental para generar suficiente confianza entre los ahorristas. Como lo demuestra la evolución histórica de los depósitos bancarios en dólares, que colapsaron tras la crisis de 2001 y sufrieron caídas significativas ante cada episodio de inestabilidad política o económica, la predisposición de los argentinos a desprenderse de sus divisas atesoradas responde más a percepciones de seguridad institucional que a incentivos transitorios.

El ministro Caputo enfrenta así el desafío de convencer a millones de argentinos de que, esta vez, el sistema financiero y la estabilidad cambiaria han llegado para quedarse. Una tarea que ninguna administración reciente ha logrado completar satisfactoriamente, y cuyo éxito resultará determinante para la sostenibilidad del programa económico en su conjunto.

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