Melconian cuestiona flotación del dólar y deterioro social
Carlos Melconian regresó al centro del debate económico con observaciones que desafían aspectos centrales de la estrategia gubernamental de Javier Milei
Carlos Melconian regresó al centro del debate económico con observaciones que desafían aspectos centrales de la estrategia gubernamental de Javier Milei. El expresidente del Banco Nación formuló cuestionamientos específicos sobre la política cambiaria actual, señalando inconsistencias en el funcionamiento del mercado de divisas y alertando sobre consecuencias sociales que considera preocupantes para la sostenibilidad del programa económico.
Las declaraciones del reconocido economista se caracterizan por un enfoque analítico que evita el dramatismo, manteniendo una perspectiva crítica pero constructiva sobre los desafíos que enfrenta la administración actual. Su análisis se centra particularmente en 4 dimensiones fundamentales: la mecánica cambiaria, el nivel de precios en moneda extranjera, el impacto sobre el poder adquisitivo y las dinámicas del mercado laboral informal.
La principal objeción de Melconian se dirige hacia la caracterización oficial del régimen cambiario como un sistema de flotación genuina. Según su evaluación, el tipo de cambio vigente carece de las características propias de un mercado verdaderamente libre, sugiriendo que existe un nivel de intervención que distorsiona la formación natural de precios en el mercado de divisas.
Esta observación cobra relevancia considerando que la flotación cambiaria constituye uno de los pilares teóricos del programa económico actual. Melconian sostiene que el esquema presenta rigideces que impiden el ajuste automático que debería caracterizar un sistema de libre flotación, generando desequilibrios que eventualmente requerirán correcciones más abruptas.
La distorsión en los precios denominados en dólares representa otra preocupación central en el análisis del economista. Argentina experimenta un fenómeno inusual donde bienes y servicios locales resultan excesivamente costosos cuando se los evalúa en moneda extranjera, situación que considera insostenible en el mediano plazo.
Para ilustrar esta problemática, Melconian recurre a ejemplos concretos que evidencian la magnitud del encarecimiento: el turismo argentino hacia destinos como República Dominicana, la migración de hinchas de Boca Juniors hacia Miami para presenciar encuentros deportivos, y el costo elevado de servicios básicos como peluquerías cuando se los mide en dólares.
Esta situación contrasta marcadamente con la competitividad que Argentina mantuvo históricamente en términos de costos relativos. El país transitó desde una posición de precios atractivos para visitantes extranjeros hacia una estructura de costos que disuade el turismo internacional y encarece significativamente la vida cotidiana de los residentes.
El análisis comparativo con administraciones anteriores aporta perspectiva histórica a las observaciones actuales. Melconian establece un paralelismo entre la situación presente y los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner, cuando Argentina operaba con un tipo de cambio que equivaldría aproximadamente a 2000 pesos actuales.
Según esta comparación, el kirchnerismo inicial disponía de una ventaja cambiaria significativa que facilitó el crecimiento económico de esos años. En contraste, la administración actual comenzó su gestión con un dólar equivalente a 3000 pesos o superior, lo que implica condiciones iniciales menos favorables para impulsar la competitividad externa.
Esta diferencia en las condiciones de partida sugiere que el margen de maniobra actual es más limitado, requiriendo ajustes más precisos para mantener el equilibrio entre estabilidad interna y competitividad externa. La referencia al dólar de 2000 pesos como escenario ideal subraya la importancia del tipo de cambio como herramienta de política económica.
El impacto sobre el consumo interno y el poder adquisitivo constituye la tercera dimensión crítica identificada por Melconian. Su evaluación indica un deterioro progresivo en la capacidad de compra de amplios sectores de la población, incluyendo trabajadores del sector público, jubilados y empleados informales.
Esta situación se manifiesta en una desaceleración del crédito al consumo, fenómeno que el economista atribuye tanto al crecimiento de la cartera crediticia preexistente como a señales incipientes de dificultades en el repago de obligaciones. El letargo crediticio podría profundizar la contracción del consumo interno, afectando la demanda agregada.
Melconian cuestiona específicamente el argumento gubernamental que destaca la competitividad de los salarios argentinos en dólares comparados con otros países latinoamericanos. Considera que esta comparación resulta contraproducente porque los trabajadores locales enfrentan sus gastos en pesos, no en dólares, haciendo irrelevante la comparación internacional para el bienestar doméstico.
La informalidad laboral emerge como el cuarto elemento de preocupación en el diagnóstico del economista. Según su evaluación, Argentina alcanzó niveles récord de empleo no registrado, situación que refleja las dificultades estructurales de la economía para generar puestos de trabajo formales.
Esta problemática trasciende las políticas laborales específicas y se vincula directamente con el desempeño macroeconómico general. Melconian sugiere que la reducción de la informalidad requiere crecimiento económico sostenido y mayor nivel de actividad, factores que dependen fundamentalmente de la estabilidad y coherencia de las políticas macroeconómicas.
El empleo informal funciona como variable de ajuste en contextos de incertidumbre económica, pero su proliferación genera consecuencias negativas para la recaudación fiscal, la protección social y la productividad agregada de la economía.
Para contextualizar la situación actual, Melconian recurre a metáforas que ilustran tanto las capacidades del equipo económico como los riesgos inherentes a la estrategia adoptada. Compara la gestión económica con la conducción de un automóvil de Fórmula 1, reconociendo la habilidad técnica de los responsables pero advirtiendo sobre los peligros de manejar a alta velocidad.
Esta analogía sugiere que, independientemente de las competencias técnicas del equipo económico, la velocidad de los cambios implementados y la complejidad del contexto económico generan riesgos significativos que requieren atención constante para evitar desviaciones peligrosas.
Complementariamente, utiliza la metáfora del examen estudiantil para describir el momento actual de la política económica. Según esta comparación, el gobierno ha completado la fase preparatoria del programa pero aún debe enfrentar la evaluación práctica que determinará su efectividad real.
Las observaciones de Melconian evitan deliberadamente el tono alarmista o catastrofista, pero establecen claramente que el programa económico actual enfrenta desafíos sustanciales que requieren ajustes para garantizar su sostenibilidad. Su crítica se concentra en aspectos técnicos específicos más que en objeciones ideológicas generales.
El economista mantiene una posición que reconoce los logros fiscales del gobierno actual pero cuestiona la integralidad del enfoque adoptado. Su análisis sugiere que el éxito en el frente fiscal no garantiza automáticamente el equilibrio en otras dimensiones económicas fundamentales.
La evaluación final de Melconian presenta un panorama complejo donde coexisten avances significativos en algunas áreas con desequilibrios preocupantes en otras dimensiones. Su diagnóstico implica que la sostenibilidad del programa económico dependerá de la capacidad gubernamental para abordar estos desequilibrios antes de que generen tensiones sistémicas mayores.
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