¿Quién es el economista que advierte sobre los peligros de la inteligencia artificial?
Un economista del MIT ha pasado de alabar las ventajas de la aplicación de la Inteligencia Artificial en el mundo empresario a realizar un análisis crítico de la misma y establecer las condiciones y límites de su aplicación
Daron Acemoglu, destacado economista del MIT, ha pasado de ser un entusiasta de la tecnología a convertirse en una de las voces más críticas sobre los potenciales efectos negativos de la inteligencia artificial (IA) en la sociedad y el mercado laboral. En su último libro, "Poder y progreso", escrito junto a Simon Johnson, Acemoglu desafía la creencia generalizada de que los avances tecnológicos siempre conducen a una mayor prosperidad para todos.
A lo largo de la historia, Acemoglu y Johnson han identificado numerosos ejemplos en los que las innovaciones tecnológicas, en lugar de mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población, han beneficiado principalmente a las élites y han empeorado la situación de los trabajadores. Desde la Edad Media, donde los avances en la agricultura no se tradujeron en mejoras para los campesinos, hasta la primera fase de la Revolución Industrial, en la que las máquinas textiles destruyeron los medios de subsistencia de los artesanos, la tecnología no siempre ha cumplido sus promesas.
Acemoglu, quien inicialmente compartía el optimismo generalizado sobre el impacto de la tecnología en la economía, comenzó a cuestionar esta visión tras estudiar los efectos de la automatización en las últimas décadas. Junto a su colaborador Pascual Restrepo, descubrió que la introducción de robots en la industria había reducido el empleo y los salarios, contradiciendo la creencia de que la tecnología siempre crea suficientes nuevos puestos de trabajo para compensar los que elimina.
Ahora, con el rápido desarrollo de la IA y la aparición de herramientas como ChatGPT, Acemoglu advierte que nos encontramos en un momento crítico. La naturaleza omnipresente y flexible de la IA, junto con la velocidad a la que se está implementando, podría tener consecuencias devastadoras para los trabajadores si no se toman las medidas adecuadas.
Según Acemoglu, el resultado de una nueva tecnología depende de dos factores: si crea suficientes tareas nuevas para compensar las que elimina y el equilibrio de poder entre trabajadores y empleadores. En la actualidad, el economista ve señales preocupantes, como la concentración de poder en manos de unas pocas empresas tecnológicas, la obsesión por la vigilancia de los empleados y la baja sindicalización, que podrían conducir a un futuro en el que la mayoría de los trabajadores se vean relegados a empleos marginales y mal remunerados.
Para evitar este escenario distópico, Acemoglu aboga por una serie de medidas que garanticen que los beneficios de la IA se distribuyan de manera equitativa. Entre ellas, destaca la necesidad de fomentar el desarrollo de herramientas de IA que complementen las habilidades de los trabajadores en lugar de sustituirlos, así como la importancia de fortalecer las instituciones democráticas y el poder de negociación de los empleados.
Acemoglu también critica el enfoque actual de la investigación en IA, centrado en alcanzar la "paridad humana" en lugar de crear herramientas que sean verdaderamente útiles para las personas. Argumenta que este énfasis en la sustitución de trabajadores no solo perjudica a los empleados, sino que tampoco permite aprovechar todo el potencial de la tecnología.
A pesar de sus advertencias, Acemoglu no se opone por completo a la IA. Reconoce su potencial para aumentar la productividad y mejorar la vida de las personas, siempre y cuando se desarrolle y se implemente de manera responsable. Para ello, es necesario que los trabajadores, los responsables políticos y los investigadores trabajen juntos para dirigir el rumbo de la IA hacia una dirección que beneficie a la sociedad en su conjunto.
La historia nos muestra que los trabajadores no son impotentes ante los cambios tecnológicos. Durante la Revolución Industrial, a pesar de las dificultades y la oposición, lucharon por sus derechos y lograron mejoras significativas en sus condiciones laborales y salarios. Hoy, en la era de la IA, Acemoglu nos insta a seguir su ejemplo y a implicarnos activamente en la conformación de un futuro mejor.
En un momento en el que la IA está transformando rápidamente el mundo del trabajo, las ideas de Acemoglu son más relevantes que nunca. Sus investigaciones y advertencias nos recuerdan que el impacto de la tecnología en la sociedad no es inevitable, sino que depende de las decisiones que tomemos como colectivo. Solo mediante un esfuerzo conjunto y una regulación adecuada podremos asegurarnos de que la IA se convierta en una herramienta para la prosperidad compartida, en lugar de una fuerza que profundice las desigualdades existentes.
El trabajo de Acemoglu no solo es un análisis riguroso de los efectos de la tecnología en la economía, sino también una llamada a la acción. Nos invita a cuestionar las narrativas dominantes sobre el progreso tecnológico y a tomar conciencia de los peligros que conlleva un desarrollo descontrolado de la IA. Al mismo tiempo, nos ofrece una visión esperanzadora de un futuro en el que la tecnología y el bienestar humano vayan de la mano, siempre que estemos dispuestos a luchar por él.
En un mundo cada vez más dominado por la IA, las ideas de Daron Acemoglu son un faro que nos guía hacia un futuro más justo y equitativo. Su mensaje es claro: el destino de la tecnología y su impacto en nuestras vidas está en nuestras manos. Depende de nosotros asegurarnos de que la IA se convierta en una herramienta para el progreso y no en una amenaza para los trabajadores y la sociedad en su conjunto. Solo así podremos construir un mañana en el que todos, y no solo unos pocos privilegiados, se beneficien de los avances tecnológicos.
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