Fabricante autos eléctricos BYD desestabiliza mercado chino con guerra de precios
Las autoridades chinas enfrentan un escenario sin precedentes en su sector automotriz tras las agresivas estrategias comerciales implementadas por BYD, el fabricante de vehículos eléctricos que ha desencadenado una espiral deflacionaria que amenaza la estabilidad de toda la industria
Las autoridades chinas enfrentan un escenario sin precedentes en su sector automotriz tras las agresivas estrategias comerciales implementadas por BYD, el fabricante de vehículos eléctricos que ha desencadenado una espiral deflacionaria que amenaza la estabilidad de toda la industria. La empresa que logró desplazar a Tesla del liderazgo global en automóviles eléctricos ahora protagoniza una controversia que ha obligado al gobierno de Pekín a intervenir directamente para evitar un colapso sectorial.
La estrategia de reducción masiva de precios adoptada por BYD ha generado una reacción en cadena que preocupa tanto a reguladores como a competidores, quienes observan cómo la dinámica competitiva tradicional se transforma en una batalla de supervivencia donde solo los actores más sólidos financieramente pueden mantenerse en pie. Los analistas de Bloomberg han documentado cómo esta táctica comercial está provocando efectos sistémicos que van más allá de la simple competencia de mercado.
El gobierno chino ha expresado públicamente su malestar ante lo que considera una forma de competencia despiadada que pone en riesgo la sustentabilidad del sector. Las autoridades han mantenido conversaciones directas con los principales ejecutivos de la industria, instándolos a moderar sus estrategias de precios y evitar prácticas que puedan interpretarse como dumping comercial o manipulación artificial del mercado.
Sin embargo, los intentos regulatorios han demostrado eficacia limitada hasta el momento. La dinámica competitiva se ha intensificado a tal punto que incluso BYD, considerado el principal beneficiario de la consolidación sectorial, ha experimentado pérdidas significativas en su valoración bursátil. La compañía perdió aproximadamente 21.500 millones de dólares en capitalización de mercado desde que sus acciones alcanzaron máximos históricos a finales de mayo.
John Murphy, analista senior del sector automotriz en Bank of America Corporation, caracterizó la situación como preocupante debido a la combinación de demanda insuficiente y recortes extremos en los precios de venta. Murphy anticipó que el escenario actual conducirá inevitablemente hacia una consolidación masiva del sector, necesaria para absorber el exceso de capacidad productiva que caracteriza a la industria china.
La recomendación de Murphy para las marcas extranjeras es categórica: retirarse del mercado chino debido a los riesgos financieros que implican participar en esta guerra de descuentos. Esta perspectiva refleja la gravedad de una situación que ha trascendido la competencia normal para convertirse en una amenaza existencial para numerosos actores del sector.
Jochen Siebert, director general de la consultora JSC Automotive, identificó a BYD como el principal responsable de la desestabilización sectorial. Según su análisis, la estrategia de la compañía china busca establecer una posición monopolística que obligue a todos los competidores a abandonar el mercado, una táctica que genera preocupaciones sobre prácticas anticompetitivas y sus consecuencias para la diversidad del sector.
Las implicaciones de esta guerra de precios trascienden las fronteras chinas y amenazan la percepción internacional de los productos automotrices fabricados en el país asiático. Los analistas expresan preocupación por el potencial daño a la imagen de calidad de las marcas chinas, incluyendo BYD, Geely, Zeekr y Xpeng, que habían logrado posicionarse competitivamente en mercados internacionales.
La estrategia de reducción de precios presenta riesgos significativos para los consumidores, contrariamente a la percepción inicial de beneficio. Los usuarios en redes sociales chinas han comenzado a expresar incertidumbre sobre el momento óptimo para realizar compras, temiendo que los precios continúen descendiendo. Esta dinámica genera un efecto de postergación de decisiones de compra que puede agravar la situación de demanda insuficiente.
Adicionalmente, existe el riesgo de que los fabricantes, presionados por la necesidad de reducir costos para mantener viabilidad financiera, comprometan inversiones en aspectos críticos como calidad, seguridad y servicios postventa. Esta posibilidad representa una amenaza directa a los estándares de la industria y podría generar problemas de confianza del consumidor a largo plazo.
El gobierno chino ha implementado medidas específicas para controlar la situación, advirtiendo a los ejecutivos sectoriales sobre la necesidad de autorregulación. Las autoridades han prohibido explícitamente la venta de vehículos por debajo del costo de producción y han establecido límites a los descuentos considerados irrazonables. Paralelamente, están evaluando regulaciones para el mercado de vehículos usados vendidos como nuevos, una práctica que permite a los fabricantes inflar artificialmente sus cifras de ventas.
La crisis se desarrolla en un contexto de exceso de capacidad productiva extremo. Según datos del Gasgoo Automotive Research Institute con sede en Shanghai, la tasa promedio de utilización de la capacidad productiva en la industria automotriz china alcanzó apenas 49,5% durante 2024. Esta subutilización representa un desafío estructural que alimenta la presión competitiva y dificulta la recuperación de márgenes de rentabilidad.
Un informe de AlixPartners correspondiente a abril documentó la intensificación de la competencia entre fabricantes de vehículos eléctricos e híbridos enchufables. Durante 2024, el mercado experimentó su primera consolidación significativa entre marcas especializadas en nuevos vehículos eléctricos, registrando 16 salidas del mercado frente a 13 nuevos lanzamientos.
Ron Zheng, socio de la consultora Roland Berger, explicó que el mercado automotriz chino, pese a su considerable tamaño, experimenta un crecimiento más lento que obliga a los fabricantes a priorizar la conquista de mayor participación de mercado sobre la rentabilidad a corto plazo. Esta dinámica genera un dilema particular para los fabricantes más pequeños, quienes enfrentan la disyuntiva entre seguir las reducciones de precios o perder relevancia competitiva.
Zhang Yichao, consultor de AlixPartners, describió la presión que enfrentan especialmente los actores menores del sector. Según su análisis, cuando una empresa líder toma decisiones sobre precios, los competidores tienen opciones limitadas: seguir la estrategia o arriesgarse a perder participación de mercado de manera definitiva.
La baja utilización de capacidad productiva, que alimenta fundamentalmente la dinámica competitiva, se ve agravada por la incertidumbre en los mercados de exportación. Los mercados internacionales pueden proporcionar alivio parcial, pero su capacidad de absorción es insuficiente para resolver los problemas estructurales del sector chino.
La presión para reducir costos ha generado preocupaciones sobre riesgos financieros en la cadena de suministro. Los proveedores enfrentan presiones crecientes para reducir precios, lo que puede comprometer su viabilidad financiera y, consecuentemente, la estabilidad del sistema productivo completo.
El impacto se extiende también a la red de distribución. Desde abril, dos grupos de concesionarios en diferentes provincias chinas han cerrado operaciones, ambos especializados en la comercialización de vehículos BYD. Estos cierres ilustran cómo la guerra de precios afecta no solo a los fabricantes sino a toda la cadena de valor del sector automotriz.
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