Trump activa aranceles: Argentina negocia exenciones
La cuenta regresiva hacia el 9 de julio marca un momento decisivo en la política comercial internacional, cuando la administración estadounidense implementará un nuevo esquema tarifario que redefine las relaciones económicas globales
La cuenta regresiva hacia el 9 de julio marca un momento decisivo en la política comercial internacional, cuando la administración estadounidense implementará un nuevo esquema tarifario que redefine las relaciones económicas globales. Donald Trump ha establecido esta fecha como límite para que los socios comerciales alcancen acuerdos bilaterales o enfrenten gravámenes que oscilarán entre 10% y 70%, dependiendo del país y los sectores involucrados.
La estrategia estadounidense contempla tres escenarios diferenciados para cada nación: negociar un acuerdo comercial favorable, obtener una extensión temporal de las condiciones actuales, o someterse a las tarifas más elevadas anunciadas. Esta aproximación establece una presión diplomática sin precedentes sobre los principales socios comerciales, forzando decisiones aceleradas en negociaciones que tradicionalmente requerían años de discusiones.
Scott Bessent, secretario del Tesoro, confirmó que Washington se encuentra ultimando acuerdos con aproximadamente 18 socios estratégicos antes del vencimiento establecido. Las notificaciones oficiales comenzarán a enviarse entre el domingo y lunes próximo, materializando amenazas que durante meses mantuvieron en vilo a los mercados internacionales.
Vietnam, India y Taiwán emergen como candidatos prometedores para alcanzar acuerdos de último minuto, según análisis de Wendy Cutler, vicepresidenta del Instituto de Política de la Sociedad Asiática. La urgencia de estas negociaciones se comprende al evaluar las consecuencias de no alcanzar consensos: Vietnam enfrentaría un incremento arancelario del 10% al 46%, India vería sus exportaciones gravadas con 26%, mientras Taiwán soportaría tarifas del 32%.
Josh Lipsky, especialista del Atlantic Council, señala que la reciente extensión de la visita de negociadores indios a Estados Unidos sugiere avances significativos en las conversaciones bilaterales. Esta prolongación de las discusiones se interpreta como indicador positivo sobre la viabilidad de alcanzar un acuerdo antes del plazo límite.
La situación de Japón presenta complejidades adicionales. Aunque inicialmente se consideraba candidato probable para un acuerdo, las críticas públicas de Trump sobre la presunta reticencia japonesa a aceptar exportaciones de arroz estadounidense han enfriadociudadanía las perspectivas de consenso inmediato. Esta controversia ilustra cómo factores sectoriales específicos pueden complicar negociaciones comerciales amplias.
Desde abril, Washington únicamente ha formalizado un acuerdo marco con Reino Unido y ha pactado con China una reducción temporal de aranceles de represalia. Este limitado avance diplomático contrasta con la magnitud del desafío que representa implementar el nuevo régimen tarifario global en apenas días.
Un informe de JP Morgan proyecta que la carga económica de estos aranceles recaerá principalmente sobre empleadores estadounidenses, estimando un costo total de 82.300 millones de dólares que se trasladará inevitablemente a precios al consumidor, cadenas de suministro y niveles de empleo. Esta evaluación desafía la narrativa oficial de que los gravámenes penalizarán exclusivamente a productores extranjeros.
Argentina ha desarrollado una estrategia diplomática proactiva que logró eximir aproximadamente 70% a 80% de sus exportaciones de los nuevos aranceles. Las negociaciones bilaterales resultaron en una lista de 100 productos beneficiados con tasa cero frente al gravamen global del 10%, representando un éxito parcial en la protección de los intereses comerciales nacionales.
Sin embargo, los sectores metalúrgicos argentinos enfrentan desafíos significativos. El acero experimentará un arancel del 50%, duplicando el gravamen inicial del 25%, mientras el aluminio mantiene restricciones similares. Esta situación plantea interrogantes sobre la competitividad de la industria siderometalúrgica local en el mercado estadounidense.
El presidente Javier Milei ha expresado alineamiento con la política de aranceles recíprocos promovida por Trump, adaptando la normativa nacional a estos principios. No obstante, advirtió sobre posibles acciones legales ante medidas consideradas discriminatorias, manteniendo opciones de respuesta ante escaladas comerciales futuras.
La experiencia del 2 de abril, cuando se anunciaron los primeros aranceles del llamado Día de la Liberación, anticipar los efectos potenciales de las nuevas medidas. Los mercados globales registraron caídas pronunciadas, con el Merval argentino perdiendo 8,2% y el riesgo país superando nuevamente los 900 puntos básicos. Esta volatilidad sugiere que los mercados emergentes permanecen particularmente vulnerables a las decisiones comerciales estadounidenses.
Los sectores exportadores argentinos de acero y derivados podrían experimentar reducciones significativas en su competitividad estadounidense si no se amplían las exenciones actuales. La industria metalúrgica nacional deberá evaluar estrategias alternativas, incluyendo diversificación de mercados y mejoras en eficiencia productiva para mantener viabilidad comercial.
El cronograma establecido por la administración Trump indica que los primeros flujos de recaudación comenzarán el 1 de agosto, tras completarse las notificaciones correspondientes. Esta implementación escalonada permite cierto margen de maniobra para ajustes de última hora, aunque la ventana de oportunidad se estrecha rápidamente.
Las nuevas medidas incluyen sobrearanceles del 50% sobre acero y aluminio, con impactos que se extienden a insumos industriales utilizados en múltiples sectores manufactureros. Esta amplitud de efectos sugiere que las consecuencias económicas trascenderán los sectores directamente gravados.
La arquitectura geopolítica resultante de esta ofensiva arancelaria reconfigura alianzas comerciales tradicionales y acelera procesos de regionalización económica. Países que históricamente mantenían relaciones comerciales estables con Estados Unidos se ven forzados a replantear estrategias de inserción internacional y diversificación de mercados.
JP Morgan anticipa que el endurecimiento comercial se trasladará a precios internacionales, afectando patrones inflacionarios globales. Esta perspectiva añade complejidad a políticas monetarias nacionales que ya enfrentan desafíos derivados de presiones inflacionarias internas.
La tensión comercial internacional ha llevado a inversores a adoptar posturas cautelosas, reflejándose en bajas generalizadas de bolsas europeas ante la incertidumbre arancelaria global. Esta reacción de los mercados financieros anticipa turbulencias adicionales conforme se aproxima la fecha límite.
Los analistas consideran improbable que los acuerdos de última hora se conviertan en pactos comerciales integrales, sugiriendo que las medidas actuales representan el inicio de un proceso de renegociación más amplio que se extenderá durante meses o años.
La efectividad de la estrategia argentina dependerá de su capacidad para mantener canales diplomáticos abiertos mientras desarrolla alternativas comerciales que reduzcan la dependencia del mercado estadounidense en sectores particularmente vulnerables a las nuevas tarifas. El desenlace de estas negociaciones establecerá precedentes para futuras disputas comerciales y definirá el posicionamiento del país en un orden económico internacional cada vez más fragmentado.
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