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Encuesta revela que el 80% de estadounidenses apoya incluir Bitcoin en reservas nacionales

La percepción pública sobre los activos que deberían respaldar la economía estadounidense está experimentando una transformación significativa

Cripto21/05/2025 13News-Cripto

 La Newsletter de Gustavo Reija - Economista-CEO NETIA GROUP

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La percepción pública sobre los activos que deberían respaldar la economía estadounidense está experimentando una transformación significativa. Un reciente estudio nacional ha puesto de manifiesto que una amplia mayoría de ciudadanos estadounidenses considera favorable la incorporación de Bitcoin como componente de las reservas estratégicas del país, tradicionalmente dominadas por el oro.

La investigación, realizada conjuntamente por The Nakamoto Project y la firma especializada en análisis de datos Qualtrics, consultó a más de 3.300 participantes representativos de la demografía estadounidense sobre la posibilidad de convertir una fracción de las reservas auríferas nacionales en la principal criptomoneda del mercado. Los resultados revelaron un respaldo sorprendentemente amplio a esta propuesta, con cuatro de cada cinco encuestados manifestándose a favor de algún nivel de exposición al activo digital.

Cuando se les solicitó especificar qué porcentaje de las reservas considerarían apropiado convertir, los participantes indicaron un promedio del 20,3%, mientras que el valor mediano se situó en un más conservador 10%. Particularmente llamativo resulta que solamente una minoría de los consultados optó por mantener la totalidad de las reservas exclusivamente en oro, lo que sugiere una apertura generalizada hacia la diversificación de los instrumentos que respaldan la fortaleza económica nacional.

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Este cambio en la perspectiva ciudadana sobre los activos de reserva coincide con un periodo de creciente inquietud respecto a la estabilidad del dólar estadounidense a largo plazo. En un contexto donde la inflación ha sido una preocupación recurrente en los últimos años, Bitcoin parece estar consolidándose en el imaginario colectivo no meramente como un instrumento especulativo, sino como una alternativa legítima para fortalecer la seguridad macroeconómica del país.

Dennis Porter, reconocido defensor de los activos digitales citado en el informe, observa que "la población no está abandonando completamente su confianza en el oro, pero claramente busca ampliar el espectro de herramientas financieras disponibles. El metal precioso ha perdido su carácter sacrosanto en el panorama económico actual".

La evolución en la percepción pública sobre Bitcoin como potencial reserva de valor no ocurre en el vacío. El reciente evento de halving, que redujo a la mitad la tasa de emisión de nuevas unidades de la criptomoneda, ha reavivado las discusiones sobre su escasez programada y su resistencia estructural a la devaluación. Estos atributos técnicos están siendo valorados bajo parámetros similares a los que históricamente justificaron la posición privilegiada del oro como activo de reserva internacional.

Troy Cross, uno de los principales impulsores de la investigación, admitió que la magnitud del respaldo ciudadano superó las expectativas iniciales del equipo. "Los resultados nos tomaron por sorpresa. Sin embargo, resulta evidente que el atractivo de Bitcoin como activo de reserva trasciende fronteras demográficas y afinidades políticas tradicionales", señaló Cross, haciendo referencia a datos previos que ya habían mostrado que el interés por la criptomoneda no se limita a un único espectro ideológico o grupo generacional.

La información desglosada por segmentos demográficos ofrece matices interesantes. Los hombres mayores de 60 años constituyeron el grupo más reacio a cualquier exposición a Bitcoin dentro de las reservas nacionales. Por su parte, las mujeres de edad avanzada, aunque adoptaron posiciones generalmente más cautelosas, mostraron menor resistencia a diversificar más allá del paradigma exclusivamente aurífero.

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La encuesta también exploró la receptividad hacia una hipotética Reserva Estratégica de Criptoactivos, concepto que ganó notoriedad tras una publicación del expresidente Donald Trump en marzo. Si bien el nivel de entusiasmo fue comparativamente menor, con un 66% de participantes posicionándose como neutrales o favorables, el resultado sigue indicando una apertura considerable hacia innovaciones en la política monetaria que pocos habrían anticipado hace apenas una década.

Estos hallazgos podrían representar algo más que una curiosidad académica o sociológica. En un momento en que tanto el Congreso como el Departamento del Tesoro mantienen posturas generalmente conservadoras respecto a los activos digitales, la alineación de la opinión pública con perspectivas más progresistas podría ejercer una presión significativa sobre los formuladores de políticas.

El panorama actual refleja una evolución conceptual donde las características que tradicionalmente justificaron el estatus del oro como reserva de valor – escasez, durabilidad, fungibilidad y resistencia a la manipulación centralizada – están siendo reconocidas en Bitcoin por segmentos cada vez más amplios de la sociedad. La diferencia fundamental radica en que mientras el oro debe su escasez a factores geológicos, Bitcoin la garantiza mediante una arquitectura matemática y consenso distribuido.

La cuestión de la volatilidad, frecuentemente citada como el principal obstáculo para la adopción institucional de criptomonedas, parece estar cediendo importancia frente a consideraciones de largo plazo sobre preservación de valor y resistencia a la inflación. Esta perspectiva temporal extendida resulta coherente con la función primaria de las reservas estratégicas, diseñadas fundamentalmente como salvaguarda ante escenarios de crisis sistémica más que como instrumentos de estabilización cotidiana.

Las implicaciones políticas de esta tendencia son potencialmente profundas. La historia muestra que los sistemas monetarios y las políticas de reserva nacional no son inmutables, sino que evolucionan en respuesta a transformaciones tecnológicas, geopolíticas y sociales. Desde el patrón oro hasta los acuerdos de Bretton Woods y posteriormente al sistema fiduciario actual, cada transición respondió a necesidades emergentes y realidades cambiantes.

La apertura ciudadana hacia la inclusión de Bitcoin en las reservas nacionales podría interpretarse como un reconocimiento implícito de que el panorama financiero global está experimentando una disrupción tecnológica comparable a las que motivaron ajustes en el sistema monetario durante el siglo XX. La diferencia radica en que esta vez, la presión para el cambio parece originarse en percepciones populares más que en negociaciones entre elites financieras o políticas.

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Para contextualizar adecuadamente estos resultados, es importante señalar que la encuesta presenta un escenario hipotético donde se plantea la conversión parcial de reservas existentes, no una sustitución completa. Incluso los participantes más entusiastas respecto a Bitcoin sugirieron porcentajes que mantendrían al oro como componente mayoritario de las reservas nacionales.

Lo que hace particularmente significativo este estudio es su capacidad para capturar un momento de transición conceptual. La idea de que activos digitales como Bitcoin pudieran complementar al oro en las reservas nacionales habría sido considerada marginal o incluso absurda hace apenas cinco años. Su normalización en el discurso público, evidenciada por estos resultados, representa un desplazamiento notable en las coordenadas del debate económico.

Si bien la implementación práctica de tales propuestas enfrentaría obstáculos regulatorios, operativos y políticos considerables, la dirección del cambio en la percepción pública parece inequívoca. Lo que hoy se discute como un ejercicio teórico podría eventualmente transformarse en un debate concreto sobre política económica, especialmente si persisten las presiones inflacionarias y las preocupaciones sobre la sostenibilidad fiscal.

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El verdadero significado de estos hallazgos trasciende la cuestión específica de Bitcoin o las reservas nacionales. Reflejan un momento de reevaluación profunda sobre el funcionamiento del sistema monetario, donde ciudadanos ordinarios están cuestionando principios económicos que durante décadas se consideraron axiomáticos. Independientemente de cómo evolucionen las políticas concretas, esta transformación en la conciencia financiera colectiva podría resultar ser uno de los legados más duraderos de la revolución de las criptomonedas.

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